REFLEXIONES SOBRE EL SISMO

Por Juan Carlos Poó Arenas.

LAS BUENAS HISTORIAS (Reflexión Primera)

El terremoto del pasado 19 de Septiembre 2017 en México dejó muchas historias.  Malas historias, ninguna buena. Aunque los medios de comunicación, los informes oficiales y la emoción colectiva quieran redimir la desgracia y convertirla en alabanza confundiendo tragedia con redención; confundiendo falta de prevención con intención; y confundiendo heroísmo extraordinario con euforia colectiva temporal.

Dentro de esas trágicas historias, el romance se entremezcla con la ilusión y enaltece el sacrificio mediante dogmas de fe, esperanza y caridad,  para que los mexicanos recuperemos nuevamente la confianza perdida con justa razón en las instituciones y en los compatriotas, pero sobre todo en nosotros mismos, que perdimos también, sí, sin justa razón.

Sin embargo, las historias del terremoto no dejan de ser malas historias, todas ellas. Con batallas perdidas, o ganadas algunas cuando se salva una vida; pero siempre también con resquicios de luchas olvidadas que repiten una y otra vez las mismas guerras, llamadas indiferencia y olvido.

Mi corazón se desgarra porque no hay buena historia en la muerte a destiempo de un niño,  ni en la desgracia de un hombre, ni en el sufrimiento de un animal, ni en la angustia de una madre, o en la desesperación de un padre, o la impotencia de un abuelo, o en la búsqueda de un amigo perdido; como buena tampoco es la tristeza propia o la ajena que padece el alma, la mente o  el cuerpo de un desconocido. Nunca… ¡Nunca!,  habrá una buena historia mientras alguien sufra o padezca. Nunca en la desgracia. Nunca en las tortuosas lágrimas. Aunque se rescate una sola vida. Cuando esto sucede y se salva una vida,  el corazón respira, pero solo para fortalecerse y no asfixiar nuevamente las venas que irrigan con dificultad nuestra mente que clama esperanza, mientras nuestros ojos solo miran desgracia y en el vacío tejen la visión de todos aquellos que ajenos a la algarabía, esperan aún su turno y ruegan a Dios, mientras esperan la muerte… mientras esperan la vida.

En tragedias como las padecidas en México y no todo México en Septiembre 2017, habrá historias que se cuenten, otras que se conmemoren, y otras que intentarán sepultarse en el olvido, tal como aconteció los 32 años que sucedieron al terrible Septiembre de 1985 en México y sí, en todo México, un México que conmemora, pero que siempre, indiferente, olvida.

Por eso en la desgracia, no hay buenas historias, aunque surjan los héroes y heroínas, los slogans, los himnos triunfales, las banderas, los montajes, los supuestos aprendizajes y las buenas intenciones. Posterior a la desgracia, por instinto natural, el ser humano siempre acostumbra caer en el olvido.

En la tragedia colectiva hay muchos héroes, pero todos somos víctimas. Se rescata lo que se puede y se deja ir lo inevitable. Se renace del dolor, del sufrimiento, de la pérdida y se resurge del abismo, para vivir el olvido. Así, para cada quien, enfrentar la realidad de lo perdido no es un viaje agradable. Por eso muchos hombres y mujeres buenos prefieren olvidar, como  otros, víctimas y afectados, quisieran no ser olvidados mientras los otros, esos miserables, los indiferentes, corruptos y negligentes, suplican al tiempo caer en el olvido.

Cuando logremos comprender que los daños ocasionados por un sismo no son un desastre natural sino el resultado de la descomposición social, la falta de interés particular y popular, la fe ciega en las instituciones, y la falta de actuación en la prevención y en las políticas públicas que brinden solución, tal vez entonces podremos CAMBIAR LA HISTORIA, y así, tal vez, algún día, podremos comenzar a contar BUENAS HISTORIAS en México.

Juan Carlos Poó Arenas

A Mexican soldier gestures to ask for silence as he and his team search for survivors in a collapsed building after an earthquake at Condesa neighborhood in Mexico City, Mexico, September 21, 2017. REUTERS/Carlos Jasso TPX IMAGES OF THE DAY – RC147AA5E340