Réquiem Torero
Fragmento
por Juan Carlos Poó Arenas
Cada año son asesinados más de 250 mil toros en las plazas solo por diversión.
Ustedes y su estirpe, que siempre han perseguido sueños a costa del sufrimiento; siempre persiguiendo gloria a costa de la deshonra del inocente; siempre persiguiendo trascendencia mediante la aniquilación de la belleza y la extinción de la vida.
Ustedes, que siempre han perseguido respirar quitando el aire; siempre indolentes secuestrando la verdad, sangrando, mutilando, torturando, violando, lacerando, perforando y destazando aún con vida a mi hermano, ese al que ustedes bélicos miserables e imbéciles llaman, El Toro de Lidia.
Ustedes que siempre han perseguido el triunfo individual, derrotando en cobarde grupo a rivales más poderosos y de mayor valía; ustedes, insignificantes embusteros; inútiles, embrutecidos; arropados en su inefable hipocresía, persiguiendo siempre lo divino, para salvar su asquerosa existencia.
Su suerte está echada, y la última faena por comenzar.
Su estirpe será recordada, como ejemplo de bestialidad.
Su nombre retumbará siempre, de ello me encargaré junto con millones de voces y mentes, para que jamás hombre o mujer digno alguno, olvide su infame brutalidad.
Su gloria será el estiércol y su trascendencia, la evocación de un ser despreciable que ha humillado toda moral.
Seré yo, siempre yo hasta mi último aliento, quien entierre la estocada que tanto aclaman sus ruidosos cómplices. Serán otros quienes laceren su narcisismo y entreguen su frivolidad al destino.
Será la historia quien juzgue y sostenga por siempre su lapidario: Aquí yace lo más indigno de la humanidad; lo más despreciable de la creación; lo más insignificante del universo. Aquí yace un monstruo que arrebató a otros lo que siempre quiso para él. Aquí yace todo mal que le acompañó en su andar, todo aquel que persiguió junto a él, lo que por siempre nunca podrían alcanzar. Aquí yace el torero, y los demás en complicidad.
Yo no les temo. Estoy harto de su crueldad y sadismo. Se podrán mofar cuanto quieran porque, un día cercano, de perseguidores se convertirán en perseguidos. Su suerte está echada; su última faena por llegar.
Mi pluma será su tumba y mi razón su sufrimiento. Millones como yo en el mundo entero les haremos ver su suerte. Prepárense.
No es una advertencia. Es una certeza.
Juan Carlos Poó Arenas.